sábado, 5 de abril de 2008

La vida viceversa

Una mesa vacía al mediodía. La mujer comienza a poner la mesa apurada, primero el mantel, luego los platos, la ensalada, el vino, y una fuente con milanesas. Un instante después acerca el televisor con rueditas y ‘lo sienta’ en la punta de la mesa.

Revisa que todo en la mesa esté impecable, vuelve a acomodar el televisor un poquito más a la derecha, luego lo empuja hacia la izquierda, se le cae la antena, la vuelve a acomodar.


Comienza a servirse una milanesa en su plato, luego arroja una milanesa hacia el plato del comensal electrónico. Se sirve papas, y le sirve papas. Destapa el vino y llena el vaso del invitado especial. Se sienta y espera... termina la propaganda y comienza el noticiero de las 12. La música que oficia como cortina de los títulos ya la hace sonreír y vibrar expectante.


"¿Cómo le va?" dispara el conductor del noticiero. "Bien" contesta ella... Y comienza un diálogo casi esquizofrénico entre la mujer, que contesta a cada uno de los comentarios, y el presentador de noticias. Diálogo que se vuelve complicado cuando una de las válvulas del televisor tiene un desperfecto.

"Buenos Aires Viceversa" es la película de 122 minutos que muestra la realidad de una Buenos Aires muy particular de 1995, tan contradictoria y apabullante, que puede mezclar a un integrante de las FFAA reconvertido en seguridad de un shopping, con hijos de desaparecidos, un boxeador en ascenso, y un pibe de la calle. Es aquella mirada antropológica de esa Buenos Aires la que perdura a pesar de los años que tiene la película. Mirada sugerida por Alejandro Agresti, y lograda ubicando la cámara en posiciones a veces incómodas, otra veces en el lugar exacto. Lo que nunca encontraremos son ni tomas ni planos que disfracen o demoren el conflicto, sólo lo necesario. A veces lo infernalmente necesario.